A la mayoría de niños y niñas les gustan los cuentos, y, sobre todo, la lectura de un cuento justo antes de acostarse. ¿Pero alguna vez nos hemos planteado qué ventajas educativas y terapéuticas pueden tener los cuentos?
Autores como Brettelheim o S. Bryant dan una gran importancia a los cuentos como factores que ayudan al desarrollo madurativo y sociológico del niño. Para otros, como Brasey (1999), los cuentos son guías prácticas destinadas a desvelar los grandes principios que gobiernan la vida y la evolución humana bajo una apariencia de relato infantil. Es decir, que a través de los cuentos transmitimos mensajes educativos a nuestros hijos.
Los cuentos ayudan a crear guiones imaginarios y potencian la imaginación y la creatividad. Además, proporcionan un espacio al receptor desde donde puede crear sus propios personajes, sus paisajes mentales, etc. Por otra parte, también favorecen el desarrollo del simbolismo, hacen mantener la atención y ayudan a mejorar la autoestima y a practicar la secuenciación de sucesos dentro de un entorno previsible.
Contar un cuento antes de ir a dormir va más allá de ser sólo una lectura compartida y se transforma en un ritual donde practicar una forma de relacionarse diferente, que permite introducir nuevos conceptos, emociones y comportamientos. Uno de los aspectos fundamentales de este ritual es que sitúa a todos los miembros que participan en un mismo plano, creando una nueva experiencia colectiva y aportando nuevas perspectivas compartidas, según Selvino (1977). La situación creada permite armonizar los tiempos individuales y colectivos incluso introduciendo nuevas secuencias de comportamiento.
Así que… ¿hoy me contarás un cuento?
Por: Edgar González
Docente y experto en estrategias de aprendizaje
Contenido ofrecido por Centre Trivium